La Crinolina o Miriñaque

A partir de 1820, comienza, de manera imparable, el regreso al volumen en las prendas, primero en las mangas y progresivamente en la falda.

 

Hacia 1845 la falda debería tener tal volumen que, para lograrlo, se recurre al miriñaque, también llamado ‘crinolina’ (tejido hecho con urdimbre de crin de caballo). Se ‘crinolizaban’ las telas de las enaguas interiores para que pudieran mantener el peso de los tejidos de la falda los cuales, muchas veces eran también crinolizados.

La mujer debía utilizar una media de entre 5 a 10 enaguas, muchas de ellas con volantes superpuestos con refuerzos rígidos en sus extremos, como vía para poder mantener la falda con volumen. Todo ello no solamente producía un peso considerable sobre las caderas, sino que resultaba extremadamente incómoda la movilidad.

 

Tras muchas pruebas para lograr liberar a la mujer de tales incomodidades, en 1856 se patentiza una crinolina hecha con alambres de acero cubierto de tela, sujetos con fuertes cintas de manera que formaban el esqueleto de una enagua (crinolina de jaula)

Los alambres de acero hicieron posible crear una estructura en forma de jaula ligera, plegable, que duraba mucho tiempo y que no era demasiado cara. Este hecho, hizo posible que al contrario que los verdugados y tontillos de los siglos anteriores, las máquinas de coser ayudaran a la producción en masa de crinolinas de jaula a bajo precio, haciéndolas más asequibles para un público más amplio.

 

A pesar de que se abandonó el uso de las telas crinolizadas, las mujeres de la era del Segundo Imperio Francés, siguieron utilizando el término “crinolina” para denominar esta estructura, aunque distaba mucho de las anteriores. 

En 1860, su forma comienza a variar, achatándose delante y creando volumen detrás, creando una nueva silueta con la llegada del polisón.

 

Cerca de iniciarse la etapa de oro de la Alta Costura, con su clientela exclusiva y elitista, comenzaría la carrera imparable de perfeccionamiento de la industria de la confección en serie.

 

(Anotaciones del libro: Historia del traje de François Boucher)