En 1893 un mecánico en Chicago -Whitcomb Judson- obtuvo la concesión de la patente de la primera cremallera.
El origen de su “invento” -el cierre con grapas- lo hizo público durante la Exposición Mundial de Chicago de 1893, donde sólo logró vender 20 cierres para bolsas a representantes del Servicio de Correos de EEUU, a través de la empresa que creó con su socio Lewis Walker: la Universal Fastener Company. Este cierre con grapas se utilizó durante muchos años para bultos pesados que trasladaban mercancías en los puertos pero su uso no se extendió mucho ya que era un pesado artefacto que además se oxidaba rápidamente.
Aunque Judson siguió introduciendo mejoras en su cierre con grapas, quien perfeccionó el invento fue otro trabajador de la Universal Fastener Company: el ingeniero eléctrico sueco-americano Gideon Sundback, quien creó en el año 1913 un dispositivo más pequeño, ligero y fiable, dando lugar a la moderna cremallera. Sundback, quien ocupó la dirección de diseño de la empresa, aumentó el número de elementos de cierre, sustituyó los ganchos por dientes y posibilitó que las dos hileras se juntaran en una sola, al “correr” por ellas la pieza deslizante. La patente le fue otorgada en 1917.
Los primeros pedidos vinieron del Ejército de los Estados Unidos, durante la Primera Guerra Mundial, para los uniformes y equipos.
A finales de 1920, el uso de la cremallera ya era común como sistema de cierre oculto y no fue hasta la siguiente década cuando se incorpora “a la vista” en la indumentaria. Diseñadores franceses la utilizan sustituyendo a los botones de las braguetas de los pantalones y en 1935 la diseñadora Elsa Schiaparelli la incorpora en los vestidos diseñados para su colección de primavera (vestido Skeleton que se muestra en las fotos)
Se considera así a Schiaparelli como la primera diseñadora de moda que utilizó la cremallera no solamente con sentido utilitario o funcional, sino con claro objetivo decorativo, llegando a tintar cremalleras de diferentes colores para incorporarlas a sus diseños.
A partir de ese momento, las cremalleras formaron parte no sólo de las prendas de vestir, sino también de artículos cuyos cierres ganaban rapidez y seguridad, abaratando costes en ahorro de material en la fabricación de estuches de lápices, bolsos, maletas y contenedores de diversos tipos. Cuando se logró abrir las dos orillas de la cremallera, ésta se convirtió en el cierre preferido para chaquetas y cazadoras.
En los años 50 los ídolos del rock se anticiparon a esta moda con sus chupas. En las décadas de 1960 y 1970 la moda vaquera, el estilo futurista, los vestidos, los abrigos y minifaldas incorporaron la cremallera; la posterior estética punk destacó el material metálico de su elaboración, en combinación con las cadenas y otros elementos.
En la actualidad sigue siendo imprescindible tanto en la indumentaria como en cualquier accesorio de nuestra vida cotidiana.